Srta Carolina cuenta cómo fue el recital junto a Paula Maffia en la Módulo 5:
Creo que la experiencia de tocar en un penal comienza en la invitación.
Talata me había mencionado algo en persona, y después empezamos a coordinar la posible visita.
Yo nunca había estado en un penal. La imagen se me venía muy fuerte a la cabeza.
Mail a mail la cosa se iba concretando, y mi idea, tan abstracta, se iba volviendo más y más tangible.
Ese martes me levanté muy temprano. En la esquina de Pueyrredón y Corrientes, esperando a Paula, empecé a pensar, y el asunto se me presentó intimidante; ¿qué esperaban las internas? ¿qué tenían ganas de ver, de hacer, de escuchar? No me conocían, y mucho menos a mis canciones. ¿Qué podía reconfortarlas de mi guitarra?
Recién ahora caía en toda esa cuestión.
En la combi de ida íbamos charlando y tomando mate con María y Claudia. Desde la entrada uno ve cerraduras, rejas, y varios kilómetros de alambrado. La felicidad llegaba al cuerpo, la expectativa y la ansiedad se hacían carne. Después de cruzar muchas puertas llegamos al gimnasio, y cuando ellas bajaron silla en mano, ordenadas, saludando una por una, se me agolpó todo lo anterior en los dedos y supe que había que empezar.
Debo decir que ambas, Paulita y yo, estábamos bien asustadas.
Empecé a tocar.
Todo se fue ablandando, tornando natural y energético.
Para no romper la atmósfera corté pronto, y La Maffía dio una lección de rock alla Johnny Cash.
Luego nos quedamos sorteando casettes y revistas, y definitivamente me fui con una certeza.
Ellas casi no ven gente desconocida; ni muchas cosas nuevas. Que le llevemos algo no-escuchado-antes, era realmente especial, de ahí que se genere esa electricidad extraterrestre, ese silencio del comienzo del concierto.
Charlar de nada o de todo un poco con ellas corta su rutina. Ven otros ojos, quizá oyen palabras que no escuchaban hacía mucho, quizá maquinen cosas nuevas. Algo muy positivo para alguien que ante tanta monotonía y encierro, no tiene mucho opción que pensar y pensar.
Llevamos algo que sucede Afuera, ahí Adentro.
Es la osadía de este proyecto.
Creo que la experiencia de tocar en un penal comienza en la invitación.
Talata me había mencionado algo en persona, y después empezamos a coordinar la posible visita.
Yo nunca había estado en un penal. La imagen se me venía muy fuerte a la cabeza.
Mail a mail la cosa se iba concretando, y mi idea, tan abstracta, se iba volviendo más y más tangible.
Ese martes me levanté muy temprano. En la esquina de Pueyrredón y Corrientes, esperando a Paula, empecé a pensar, y el asunto se me presentó intimidante; ¿qué esperaban las internas? ¿qué tenían ganas de ver, de hacer, de escuchar? No me conocían, y mucho menos a mis canciones. ¿Qué podía reconfortarlas de mi guitarra?
Recién ahora caía en toda esa cuestión.
En la combi de ida íbamos charlando y tomando mate con María y Claudia. Desde la entrada uno ve cerraduras, rejas, y varios kilómetros de alambrado. La felicidad llegaba al cuerpo, la expectativa y la ansiedad se hacían carne. Después de cruzar muchas puertas llegamos al gimnasio, y cuando ellas bajaron silla en mano, ordenadas, saludando una por una, se me agolpó todo lo anterior en los dedos y supe que había que empezar.
Debo decir que ambas, Paulita y yo, estábamos bien asustadas.
Empecé a tocar.
Todo se fue ablandando, tornando natural y energético.
Para no romper la atmósfera corté pronto, y La Maffía dio una lección de rock alla Johnny Cash.
Luego nos quedamos sorteando casettes y revistas, y definitivamente me fui con una certeza.
Ellas casi no ven gente desconocida; ni muchas cosas nuevas. Que le llevemos algo no-escuchado-antes, era realmente especial, de ahí que se genere esa electricidad extraterrestre, ese silencio del comienzo del concierto.
Charlar de nada o de todo un poco con ellas corta su rutina. Ven otros ojos, quizá oyen palabras que no escuchaban hacía mucho, quizá maquinen cosas nuevas. Algo muy positivo para alguien que ante tanta monotonía y encierro, no tiene mucho opción que pensar y pensar.
Llevamos algo que sucede Afuera, ahí Adentro.
Es la osadía de este proyecto.
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